miércoles, 10 de enero de 2018

El día a día de un jockey

 




Las carreras de caballos constituyen uno de los pasatiempos más antiguos del país. Muchas personas visitan a diario los hipódromos más grandes de la provincia de Buenos Aires, como el de Palermo, San Isidro y La Plata. Pero detrás de cada caballo y su cuidador, están los jockeys

El corredor de caballos es el gran partícipe de cada carrera, y es de quien menos se sabe su rutina.

Cómo entrena un equipo de fútbol se ve a diario en los grandes medios. Cómo entrena un tenista, también. En cambio de él no se ve nada, solo cuándo corre las carreras.

-Yo quiero un café con leche y dos medialunas. No, no puedo comer, mañana voy liviano.
-¿Qué es ir liviano?
-Mañana corro de 53 kilos. Hoy corrí de 57.
-¿Cómo haces para bajar cuatro kilos en un día?
-Te pones plomo.
-¿Ahora cuánto estás pesando?
-54, y tenés que conseguirte una montura de tres kilos, para equiparar el peso. El programa oficial dice 57 kg; si pesas 50, como algunos jockey, tenés que usar una montura de 7.

Así es como Wilson Moreyra comienza a dar pequeños detalles de la vida de los jockey. Los alimentos que deben comer, de qué deben cuidarse, los horarios que tienen para entrenar, y la rutina de cada día en los hipódromos, la previa, el durante y el después de cada reunión. No son iguales a los duendes que aparecen en el capítulo de Los Simpson, donde Bart y Homero tienen un caballo de carrera. Son personas que tienen una vida sacrificada al igual que cada deportista. Practican de lunes a lunes y corren de lunes a lunes y muchas veces llegan a correr 15 carreras por día. Comienzan desde muy pequeños y no hay una edad estipulada para el retiro; por ejemplo, el uruguayo Pablo Falero hoy tiene 51 años y sigue corriendo a la par de jóvenes de 18.

Los jockeys son corredores profesionales. Se preparan durante un tiempo determinado para poder ejercer su profesión. Empiezan desde chicos con una pasión que les inculcan sus padres, al igual que pasa con la mayoría de la gente en el fútbol. Como un niño llega a un club para probarse, se presentan en las escuelas de jockeys. Ahí adquieren todos los conocimientos necesarios, hasta que después de ocho meses comienzan a dar sus primeros pasos dentro de las carreras en hipódromos del interior, como Azul, Río Cuarto y Venado Tuerto, entre otros.

Como un entrenador observa a sus jugadores desde afuera de la cancha y trata de corregir los errores que cometen, con el dinero que ganan en esas carreras se compran el video de cada una para que sus profesores lo analicen y muestren las cosas que están haciendo mal o felicitarlos en caso de que estén creciendo. Luego pasarán a la famosa Reserva, ese paso antes de saltar a Primera. Ahí deberán ganar un total de 120 carreras para que puedan ser jockeys profesionales.

Los entrenamientos que se realizan en la villa hípica -lugar donde se alberga a los caballos tanto del interior como los de Buenos Aires- son la rutina diaria de cada uno. Levantarse temprano, alrededor de las 5:30, y salir a trotar. Luego, sacarán a galopar a los caballos que van a correr ese mismo día a la tarde o en los siguientes días. A diferencia de lo que se observa en televisión con un equipo de fútbol, en donde todos tienen el mismo conjunto, acá cada uno puede ir vestido como quiera.

Solamente es de uso obligatorio ponerse casco, la pechera de protección y usar pantalones largos. Por eso es llamativo verlos entrenar con chupines de jean y camperas de equipos de Argentina.

-¿Con la comida cómo hacés?.
-Trato de cuidarme lo mejor posible, porque hoy corrí en 57 kg, pero mañana tengo que correr en 53 así que esta noche no como.
-Esos dos kilos que tenés demás, ¿los bajás?
-Sí, me los saco.
-¿Cómo?
-Trotando y en el sauna. Me pongo cuatro remeras, dos mangas corta, dos mangas largas, una campera rompe viento y arriba un piloto. Abajo me pongo cuatro calzas, y un piloto de esos para las motos y salgo a trotar. Corro una hora. Después me meto al sauna que está a 70 grados y estoy 20 minutos. En esos 20 minutos te sacas un kilo, pero después tomas medio vaso de agua y subís 500 gramos. A lo mejor estuviste tres horas para bajar los dos kilos y después en un sorbo los aumentas.

Las carreras son con los partidos, el público se acerca a verlas, y si algún pingo llega a ser fija el domingo, “yo me juego entero, qué le voy a hacer”, como dice Carlos Gardel en su canción Por una cabeza.

Los jockeys deben estar una hora antes de que comience la primera carrera del programa oficial. Si es a las 15, deben llegar a las 14. Durante esa hora, tendrán que pesarse, se les tomará la presión, se les hará el control de alcoholemia y por sorteo, cinco deberán hacerse un control antidoping. Luego probarán las monturas que usarán, para que cada cuidador pueda ponerla en el caballo y ya se cambiarán para salir a correr.

Previo a salir a la rotonda de presentación, hay personas que giran a los caballos en un ovalo así los espectadores pueden mirarlos. Los jockeys recorren un túnel de 40 metros por debajo del edificio del hipódromo y salen como si fuera la salida de una chancha. Como están las mangas que poseen publicidades, aquí hay una pero de cristal con pequeños arbustos, acorde con el lugar. Una vez en la rotonda, se dirigen hacia donde están las fustas, su arma, como lo es la raqueta para un tenista. Ahí se fijan cuál está en mejor estado, como cuando vas a jugar al pool y tenés que elegir el palo, dependiendo de la tiza que tenga o si te queda corto o largo. Pasado ese pequeño ritual, charlan con los cuidadores de los caballos, escuchan algunas indicaciones sobre cómo correrlo y van hacia la pista, donde tratarán de ganar, para su propia alegría y la de todos.

Cuando termine la carrera, se bajarán, deberán pesarse, dejarán la fusta para que sea llevada nuevamente a la rotonda, saludarán a todas las personas alegres por su triunfo, o recibirán el insulto de los que estén enojados porque perdieron, mirarán la repetición de la carrera, irán a cambiarse y nuevamente repetirán el mismo ritual. Si es necesario, lo harán unas 14 veces.

En el fútbol, todos los jugadores, algunos desde muy chicos, tienen representantes, personas que les buscan clubes y son los encargados de todos los papeles. En el caso de los jockeys, no todos tienen. Solamente los más experimentados. Y al igual que en el deporte más popular de la Argentina, ellos serán los que se encargarán, en este caso, no de llamar a buscarle un club, sino de llamar a los cuidadores para conseguirle un caballo.

Los sueldos de los jinetes no es un dinero que aparezca en un contrato con el hipódromo. Porque ellos cobran el 10% del premio que obtenga el caballo. Si una carrera da 100.000 pesos en premios al primero, el jockey cobrará 10.000. Eso quiere decir que mientras más gane, mejor será para él. El hipódromo, además, da un incentivo de 500 pesos a aquellos que no obtuvieron premios por salir primero, segundo, tercero, cuarto o quinto, ya que hasta el quinto puesto hay premios.

Llegar a ser un jockey reconocido por todo el público y que todos los cuidadores te busquen para que corras sus caballos, va a depender de cada uno, en especial de cuántas carreras corras y cómo salgas en cada una de ellas. Moreyra, en lo que va del año, estuvo en alrededor de 830 reuniones contando los hipódromos de La Plata, San Isidro y Palermo. Esta tarde en Palermo, la última carrera la ganó por una cabeza.

Enzo Silva
Nota publicada el 21 de Diciembre de 2017
http://www.elequipo-deportea.com

By: Constanza Pulgar - De Turf Un Poco

No hay comentarios.:

De Turfe Um Pouco

De Turfe Um Pouco
Imprensa Internacional